Un mundo feliz, de Aldous Huxley


Un mundo feliz es una novela escrita por Aldous Huxley que nos transporta a un momento distópico y deshumanizado de la historia. En el año 632 d.f -después de Ford- la sociedad se encuentra dividida en varios grupos o castas; cada una de estas cumple una función y un rol en la sociedad, pues todos han sido diseñados genéticamente para este propósito. Quiere decir que la desigualdad no viene como una consecuencia del sistema económico y más bien es causada por la eugenesia, que divide a las personas según quienes son más guapos e inteligentes, o quienes son más feos en apariencia y más tontos; por lo tanto, se decide quienes merecen vivir en mejores condiciones.

El concepto de familia en un mundo feliz está completamente demonizado. Los humanos nacen ahora en grandes fábricas donde se les destina a su respectiva clase social, y el solo pensar en el concepto de “madre”, “padre”, o amor, es una pesadilla para los habitantes del Londres Fordiano. Varios siglos atrás, Ford propuso la eugenesia como un invento revolucionario, además de una nueva filosofía de vida. Los que estaban a favor de Ford libraron una guerra en contra de sus opositores, quienes habían analizado su forma de pensamiento, y concluido que carecía por completo de ética. Es así que los seguidores de Ford ganaron, y se decidió dividir el tiempo en “antes de Ford”, y, “después de Ford”, porque Ford era para ellos el nuevo mesías en detrimento de Jesús. La sociedad cambió por completo, y se creyó hasta la actualidad que aquellos nuevos modos de razonar eran correctos y éticos. Así, se implementaron algunas formas de manipulación como la hipnopedia, que consiste en repetir audios con frases prejuiciosas y sesgadas a los niños durante horas, para enseñarles a concebir el mundo con una única verdad inmutable. Algunos ejemplos de esta hipnopedia eran “consciencia de clase elemental”, para enseñar a amar su casta y despreciar a las demás; “sexo elemental”, para enseñar a odiar el amor, y preferir en su lugar el sexo placentero no-monogámico. Cada casta debe vestirse con un color; los miembros de castas inferiores son fabricados de un solo óvulo, y la mayoría de ellos son como clones. Las castas de mayor renombre; los alfas y los betas, son fabricados con un solo óvulo y mejoras genéticas. Los alfas y los betas son todos “únicos”, no son clones como los gammas; deltas; epsilones, y según los prejuicios expresados por la sociedad “poseen mejor capacidad de razonamiento”. Y aunque muchos gammas, deltas y epsilones han sido predispuestos para ser unos “tontos”, es casi imposible, pero no improbable que puedan llegar a darse cuenta de que no lo son, y tengan consciencia plena de que los han manipulado. El sistema de castas está diseñado para mantener el orden en la sociedad. Cada casta se encarga de cumplir con una profesión; algunos se encargan de construir, otros se encargan de “pensar”.

Y si bien los alfas-betas tienen privilegios con respecto a otros grupos marginados, parece que fuesen igual de tontos y prejuiciosos que las castas denominadas como inferiores. Pues el solo hecho de que las desprecien los hace seres fáciles de controlar. Bernard Marx, un joven Alfa más se da cuenta de esto, y a consecuencia vive en completa soledad. Cuando viaja con Lenina Crowne a la reserva de los salvajes, que es donde habitan seres humanos que aún procrean y tienen cultura, se trae de vuelta a una mujer blanca en condiciones deplorables, y a su hijo que ha nacido porque la mujer blanca fue novia del D.I.C en el pasado y ambos viajaron a la reserva de los salvajes. La chica fue secuestrada, y dio a luz a un bebé. De no ser secuestrada, ella habría abortado y el bebé nunca habría nacido. Pero el hijo, John, ya estaba grande y había aprendido a leer y escribir; se había criado en la reserva con los salvajes.

Cuando regresan a la sociedad, John el salvaje se deprime. El mundo que ve le parece desde su perspectiva más humana, una completa pesadilla. En el final del libro John tiene sexo con Lenina, lo que desata en él una depresión, puesto que el rechazaba por completo la idea de sexo placentero que tenían los fordianos, y se suicida.

Por Sara Sofía Tovar Haeckermann

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