Argentina, 1985, de Santiago Mitre

 


Película merecedora de varios premios. Nos sitúa en los años 80, poco después del fin de la dictadura de Francisco Videla en Argentina; de su mandato se revela que miles fueron presuntamente asesinados, y se sospecha que no pocos fueron secuestrados y torturados. La misión del fiscal Strassera durante el filme será reunir pruebas para acusar a los culpables y hacerle justicia a Argentina. En primera instancia se nos cuenta un poco de la vida del protagonista. Vive en un apartamento junto a su esposa Silvia y sus dos hijos que aún asisten a la escuela; la hija mayor sale con un hombre cuya edad la sobrepasa por mucho. Strassera recibe la llamada de uno de sus amigos, quien desea instarlo a colaborar en el encarcelamiento de las personas responsables, pero no desea hacerle caso porque teme que la vida de su familia corra peligro, razón de ser para que sospeche del amante de su hija. Mientras tanto, algunos jueces debaten sobre si hacer o no el juicio, pero deciden que lo más pertinente es empezar cuanto antes, la situación es crítica y el tribunal militar ha absuelto de sus crímenes a los comandantes del séquito de Videla; al propio Videla, autor intelectual de aquellos crímenes. Strassera recibe una carta formal donde se le exige, ya no se le pide, que reúna en cinco meses las pruebas necesarias que se utilizarán para inculpar a los militares. Contará con la ayuda del abogado Moreno Ocampo, y protección para él y su familia. Con Moreno Ocampo haciendo de su mano derecha, contratan a varios jóvenes sin antecedentes políticos, a manera de estrategia para evitar que el pueblo los encasille como unos comunistas, y, en consecuencia, el juicio no deje impacto en la consciencia social de los argentinos. Es así como se encaminan a viajar por todo el país, buscando testigos de personas que hubiesen sido secuestradas, o hubiesen visto algo que pueda probar su punto. Reúnen a más de 700 y compilan toda la información en archivos. Durante el proceso reciben fuertes amenazas anónimas, y el acoso de algunos miembros de la política argentina que están en contra de tal aberración. Paralelo se nos cuentan varias historias como la de Moreno Ocampo; ha crecido en una familia de militares y su madre es una conservadora quien asiste a misa con Videla. Ella no puede creer que su hijo decepcione de este modo a su familia y a su entorno; es una adulta mayor con una mente inflexible. No obstante, el desea que la justicia se aplique de la misma forma para todos sin excepción alguna, y luchará incansablemente para darle una voz a las víctimas de la dictadura. Los juicios empiezan y los rumores que alguna vez fueron considerados como tonterías de los comunistas guerrilleros, adquieren la forma de verdad, memoria histórica del pueblo argentino. Los testigos conmueven a todos, llegando incluso a tocar el corazón de personas quienes era impensable abrieran los ojos como la madre de Moreno Ocampo, incrédula ante los vergonzosos suplicios que fueron aplicados a muchas personas que no habían cometido ningún delito. La magnitud de las injusticias, como nos enseña la película, es de secuestrar a un profesional de salud mental, que pertenecía a una asociación de psiquiatría cuyas siglas eran las mismas que la de una organización “criminal”. Las pruebas abrumadoramente sólidas les dan a los acusados con más responsabilidad cadena perpetua, como Videla. Algunos aún quedan en impunidad, pero se trabajará arduamente por hacer que paguen. La película cierra con el emotivo discurso de Strassera y la frase “nunca más”.

Por Sara Sofía Tovar Haeckermann

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